5.11.09

Shelley

A los veinte el único
espíritu libre de que he oído era Shelley,
Shelley que escribió tratados a favor
del ateísmo, del amor libre, de la emancipación
de las mujeres, de las abolición de la riqueza y la clase
y poemas al arrobamiento del amor romántico,
Shelley, el que, lo supe más tarde, quizá
demasiado tarde, se volvió a casar con Harriet,
embarazada ya de su segundo hijo,
y unos meses después se fugó con Mary,
ya embarazada, llevándose
a la hermanastra de Mary, Claire
que casi seguro también fue su amante

y en esta malaise à trois que Shelley
había imaginado que sería "un paraíso de exiliados",
vivieron junto al espectro de Harriet,
que se ahogó en el Serpentine,
y el de la media hermana de Mary Fanny,
que se suicidó quizá por el amor
no correspondido de Shelley y con los espíritus
de los adorados pero muy descuidados
niños concebidos por accidente
en la búsqueda de Eros -de Harriet
Ianthe y Charles, negados a Shelley
y entregados a padres adoptivos, de Mary
Clara, muerta al año, de ella misma
Willmose, favorito de Shelley, muerto a los tres, Elena,
la bebé de Nápoles, casi seguro
del propio Shelley, a la que “adoptó”
y abandonó, muerta al año y medio,
Allegra, la hija de Byron y Claire,
a la que Byron envió al convento
de Bagnacavallo a los cuatro, muerta a los cinco -

y en aquellos días, antes
de saber nada, yo pensaba que seguía a Shelley
que pensaba que estaba siguiendo al deseo radiante.

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