19.12.20

EN MEMORIA DE W. B. YEATS

Él desapareció en pleno invierno:

Los arroyos estaban helados, los aeropuertos casi desiertos,

Y la nieve desfiguró las estatuas públicas;

El mercurio se hundió en la boca del agonizante día.

Los instrumentos con que contamos coinciden,

El día de su muerte fue un día oscuro y frío.


Lejos de su enfermedad

Los lobos corrieron por los bosques siempre verdes,

El río pueblerino no se dejaba tentar por los muelles de moda;

Por el luto de las lenguas

Sus poemas se mantuvieron a salvo de la muerte del poeta.


Pero para él fue su última tarde como sí mismo,

Una tarde de enfermeras y rumores;

Las provincias de su cuerpo se revelaron,

Los cuadrados de su mente quedaron vacíos,

En silencio invadió los suburbios,

La corriente de su sentimiento falló: se convirtió en sus admiradores.


Ahora está esparcido entre cien ciudades

Y entregado por completo a los afectos desconocidos;

Para encontrar su felicidad en otra clase de madera

Y ser castigado en un código de conciencia extranjero.

Las palabras de un muerto

Se modifican en las entrañas de los vivos.

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