25.4.15

DE MI CUERO


Me fui arrimando lento,
con todo el miedo de no ser prudente,
no es cuestión de confianza o de recelo,
es cuestión de sentido,

de adivinar el viento aunque esté calmo,
de intuir la cerrazón 
o la fragancia de algún pétalo roto por las ramas,
entre los tamariscos, que no sé si estaban,

pero que siempre están,
porque el silencio tiene tamariscos.

Igual que un perro que olfatea una tumba,
arrimé la nariz a la pasada,
y no me le atreví al primer intento.
 Tal vez el corazón no tuvo tiempo
de ponerse a la par del pensamiento
por eso di una vuelta.

No es cuestión de confianza o de recelo
es un montón de cosas que los años apilan en el alma
y le ponen sosiego a los apuros
y respeto a las ansias.

Yo quería saber de aquellas casas
no tanto en sus afueras,
aunque a gatas los ojos prestan luz para palparlas.
No cabe en la mirada todo el tiempo
que puso Dios de a mucha y poca plata.

Cuánto tiempo pasa al lado de uno
y uno no se le sube.
O tal vez uno pasa al lado del tiempo
y él nos mira pasar.

O a lo mejor ni siquiera nos mira,
a veces pienso que es ser demasiado vanidoso
al creer que el tiempo se fija en uno.

Por eso di una vuelta
sacudí la cabeza como quien se levanta de una siesta
y mira en el rastrojo el reberbero
que se clava en los ojos como chuza.

Y allá lo vi, mesturado por las cosas,
su rancho, su caballo atado a un palo,
un recado cantor, la bomba,
bañada de alambre dulce,
y aquel viejo carro,
el mismo que tantas veces le prestó su pasada a los caminos
para que no se borre ni lo siga viendo.
Aquel carro que aprovechó la lluvia
del verano para enterrar las camas en el barro
y evitar el enllante en la herrería.

El hombre abrió los brazos,
y me dio un apretón con gusto a cimarrrón de yerba fuerte,

70 años de gaucho en un abrazo no es cosa de comprar en la botica...

Le sacamos el freno a los ricuerdos
y los dejamos andar en la gramilla

cada tanto algún cardo o abrepuño
nos hizo recular alguna lágrima

no es cosa de llorar y andar moqueando
por cosas nada más que
ya sabemos sin la necesidad de abrir palabras.

Me dijo que estoy viejo, por las canas tal vez
o por el tranco
y cómo no voy a ser
si de viejo que estoy ya no me acuerdo qué va a pasar mañana.

Sé que mi barba anda chorreando escarcha
y apila cerrazón en madrugada,
de leguas y más leguas,
que de andarlas, son parte de mi cuero y mi arrogancia.

Hace tres años que largué la pala, me dijo,
la barreta, la púa y las amarras
ahí ves la california y los pizones,
la estiradora vieja y las tenazas.
El reumatismo me dejó en el pueblo
con un sudor helado en las espaldas.

Vivo, y vivo pa´ mirar cómo se mezclan los pájaros
y el sol entre las ramas
y pa´ no morirme me entrevero
cuidando toros en alguna estancia.
Mi caballo, je, mi cabalo es un lujo
y me acompaña pa´ no desperdíciar ninguna changa.

Por ser un hombre nomás,
ando sabiendo bastante
no hay mal que dure 100 años
ni crestiano que lo aguante.
Eso dicen los que saben,
y ha de ser cierto nomás,
100 años es mucho tiempo pa´ ponerse a averiguar
no sé si lo que ahura pasa
mañana podrá pasar,
o si ha pasado hace tiempo
por este mismo lugar...

Cómo saber tanto de antes
y el mañana adivinar
si ahora que estoy lo veo
y ni sé pa´ dónde agarrar.

El mundo camina tanto
sin moverse de ande está
jé, creo que ya sé bastante
por ser un hombre nomás...

Sé que soy una rendija
ande espían los demás,
su propio cansancio viejo
de buscar pa´ dónde agarrar.

El hombre espía la vida
mientras se mira pasar,
porque la vida se queda
y es el hombre el que se va,

no hay tiempo que ate la vida
ni un solo ratito más,
cuando se sale de adentro
no sirve mirar pa´ atrás.

no sé si tendrá horizonte
el pago del más allá
si tiene, ha de ser distinto, calculo ha de ser
acá.

Mirar lejos es tan fácil que da vergüenza mirar.
La cosa es mirar cerquita,
ver
y poder encontrar.

A veces el hombre encuentra también
por casusalidad
besos,
caricias y dicha
y a veces palo nomás.

Mirar lejos es muy facil
porque uno le puede errar
sin miedo a que le reprochen
los que suele n reprochar.

Llegar a viejo sabiendo cómo se supo llegar
es como vivir dos veces:
alcanza con recordar.

Uno a veces cree saber los misterios de la vida
de la que pasa y se olvida
y la que viene después.

Uno creer poder,
poder
analizar la espesura
del hombre
con sus achuras
su gozo y su padecer.

Pero uno no lograr ver
más que el bulto del ovillo
y hasta parece sencillo
poderlo desenvolver...

Pero empieza a no tener ni cómo agarrar la punta
cuando las vueltas se juntan
y dentran a no ceder.

Uno marcha por la vida y va rejuntando escuela
pasiones que se nos cuelan,
pa´ hacer peso en la subida.

Qué pronto se va la tarde

por el fondo del camino,

Qué pronto llega la noche

y el final de mi destino...

Qué pronto se pone escuro
aunque se esté prevenido,
Qué noche negra la noche
del que va rumbo al olvido,

Quién le pone precio al cielo,
cielo del hombre vencido,
Cuando pregunta la muerte
cuánto costó lo vivido,

Cuando el hombre llora solo,
lo mira Dios
y por eso

el llanto de un solo

vale lo que vale el universo.

Qué pronto se pone escuro
aunque se esté prevenido.

Qué noche negra la noche del que va rumbo al olvido.

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