Cuando uno está dispuesto
a perdonar, a no medir,
y en reciprocidad es recibido
como el héroe de alguna obra clásica,
así comienza la amistad, y aumenta
en la medida que el perdón no sea
cinismo, sino nobleza, y los héroes
se reconozcan tan reales
como imaginarios, y el juego
de las similitudes cause risa.
Si así ocurre juntos se perfeccionan
en la agudeza que distingue
el bien del mal; y juntos envejecen.
Quienes así lo viven se han ganado
el día de sol, el vino y el pan;
y son héroes.
1.8.10
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