12.2.10
El pasaje Jaén
A través de calles desconocidas
cruces extraños
y transportes anunciados a viva voz
preguntamos cuál era
el lugar a dónde debíamos ir
aunque luego precisamos
cuál era el lugar que más les gustaba
y ellos respondieron
(o tal vez sólo uno lo hizo)
que el pasaje Jaén
que en tal y tal calle doblemos
pasando el mercado de frutas
sin llegar a la plaza principal
hacia adentro y a la izquierda
dejando atrás juguetes bélicos y antiguas figuritas
que vendían atiborrados vendedores ambulantes
hacia adentro y a la izquierda
donde crean que no van a encontrar
cuando empiecen a descreer
sigan la pared ocre
una casa abierta -llena de pinturas
un bar posado en patio
dos manos enlazadas contra el tiempo
y allí el pasaje Jaén
aún iluminado por la luz del día
aún iluminado por quién sabe qué luz que traen las palabras
las palabras distintas
las vocales de otros pueblos
estas palabras
luz que habita Jaén y alrededores
extendiéndose por bajos y alturas
casas de ladrillo hueco
a medio construir
refugios artilleros de Víctor Hugo Vizcarra
peleador oculto de la gran olla
en un puesto de libros usados
en el recuerdo de una marcha de estudiantes
que desciende viva otra vez
sinuosamente directa
hacia nuestro pasaje
hacia nuestra espera interminable
como una carrera
como fuego sostenido frágilmente por un globo
que vuelve a ascender
y se aquieta
entre besos de muchachos
y música microscópica
el amor verdadero
de paso
en el pasaje Jaén.
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2 comentarios:
delicado equilibrio
de periodica impureza
suspendido entre dos lunas muertas
- Todos los colores me dan ocre.
- A mi todos los colores me dan nauseas.
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