18.11.17

La primera noche ellos se acercan
y arrancan una flor de nuestro jardín,
y no decimos nada.
La segunda noche, ya no se esconden,
pisan las flores, matan nuestro perro
y no decimos nada.
Hasta que un día, el más frágil de ellos,
entra solo en nuestra casa,
nos roba la luna, y conociendo nuestro miedo,
nos arranca la voz de la garganta.

Y porque no dijimos nada,
ya no podemos decir nada.

No hay comentarios.: